Lorena Rodriguez Uno de los temores más grandes que tenemos en la vida cuando somos mujeres es el hecho de entrar a la edad de la adolescencia, pues con ella no solo vienen los cambios en nuestro cuerpo sino también el despertar de nuestras hormonas, algo que realmente es inevitable, pues a todos y todas nos toca en algún momento, lo importante es saber manejar las situaciones.
Muchas de nosotras entendemos estos temas sobre sexualidad como algo muy normal, porque hemos tenido el apoyo de nuestra familia y sobretodo la confianza de mamá para entender que esto es algo natural, sin embargo, a muchas otras aún nos queda ese tabú de hablar y mucho menos pensar en tener sexo pues este es un tema reservado para las mamitas de antes, por lo tanto resulta incomodo tratar sobre estas cosas.
Sin embargo, esto no es malo, y a pleno siglo XXI es necesario que todas las mamitas sepan darle confianza a sus hijas para que cuando les llegue el momento de experimentar nuevas emociones y sensaciones lo hagan con el corazón, con firmeza y con decisión, no porque la televisión, la internet o las amigas han contribuido a que suceda.
Cuando perdemos la virginidad, generalmente le contamos a nuestra mejor amiga, sin ni siquiera caer en la cuenta de que esto es algo tan íntimo que nadie tendría porque saberlo, a excepción de esa amiga de toda la vida: Tu mamá; a ella contarle desde el secreto más grande hasta el más pequeñito, pues aunque se le llenarán los ojos de agua de saber que ya no eres una niña lo entenderá y te sabrá cuidar.
Sin embargo, si no sientes que sea correcto contarle a mamá que ya no eres una niña, no lo hagas, no es necesario, esta decisión es tan personal como el hecho de escoger la persona y el momento adecuado para perder la virginidad, pero bien, si no se lo cuentas a ella, tampoco se lo cuentes a nadie más, ser virgen o no, no es motivo de alardear, es una condición personal que cada mujer decide hasta cuando guardarla como lo más preciado, como su mayor y mejor secreto.
