Marcela Villamarin Te debates entre lo que quiere tu mente y lo que pide a gritos tu cuerpo. Tus pies gozan de su libertinaje, desobedecen tus decisiones. El corazón se enciende en cada nota y cada movimiento acompaña tus deseos. En cada palpitar encuentras una razón para deleitarte.
La música es el equilibrio de tu vida. A pesar del atuendo que uses, ella te reviste; te hace volar, te hace sentir, te hace vibrar. Ella es la que le ha dado vida a tus huesos.
Tu cuerpo se arquea, tu rostro se ilumina. Tu belleza está cargada de tanta pasión que es letal. Ningún hombre puede domarla y ella se resiste a ser amada. Enfrentas tus batallas y a pesar de algunas derrotas, permaneces de pie y nunca te rindes.
En cada salto vertiginoso, en cada giro instantáneo. Ahí convive la pasión con cada uno de tus gestos. El viento corteja tus oídos, alivia el dolor y sana tus heridas. La vida te hizo sensual, forjó una guerrera y concibió una mujer.
Tus manos acarician el aire y él envuelve tu cuerpo. El ritmo desciende por tus caderas, te transforma y vives. Él te sostiene en cada arrebato, en esos momentos en los que tu alma quiere escapar.
Bailas en el escenario más grande que es la vida y tu vientre ha sido testigo que la danza, y del único y verdadero amor. En ella coincide la música y tus fuerzas se revitalizan; donde todos los ojos se posan en ti. Ahí te conviertes en el espectáculo más sublime, inclusive, más que la vida misma.
Estas aquí ahora, revestida, renovada, llena de mas Y aun que tu compañera es la soledad y las lágrimas que rebosan tus ojos. Tú sonríes al mundo, para sentirte viva y fuerte. Llénate de motivos para amar lo intangible y vive para ti.
