Lorena Rodriguez «Habían pasado ya varios meses desde la última vez que nos vimos, desde la última vez que hablamos, que nos abrazamos… Que nos quisimos; varios meses desde que nos juramos no separarnos, y aún así lo hicimos.
Y fue así: Salí de mi casa como de costumbre, hermosa, segura de mi misma… Iba muy bien arreglada y con ganas de agarrar el mundo con las dos manos cuando depronto crucé por aquel parque y lo vi… Desubicado como de costumbre! Con sus bermudas, su buso de siempre y sus mentados zapatos que tanto le encantan; él de primerazo no se fijo, mientras tanto yo me derretí.
Y me derretí como niña chiquita frente a un helado, frente a una barbie… Frente al amor de su vida! Definitivamente fue la sensación más hermosa, más dulce y más pura que yo sentí en ese momento, volver a ver esos ojos saltarines que me matan y notar en su rostro una sonrisa después de haberme visto hizo que la vida fuera mucho más linda en ese instante.
Fue una mezcla sin igual, en ese momento sentí que el estómago me dio una voltereta y dentro de mi imaginación empecé a bailar y a cantar a grito herido de lo feliz que llegue a ser, verlo fue inexplicable, fue puro, fue bello, fue recordar lo que era sentir alegría dentro de mi corazón.
Querer correr a abrazarlo, besarlo y sentirlo una vez más tocando mi cuerpo era lo que más anhelaba, pero no podía hacerlo… Sentí tanta emoción que por un momento olvidé la razón por la que nos habíamos alejado, pero el destino es sabio y se encargó de aterrizarme; mientras yo lo anhelaba en mis brazos, de la nada aparecía corriendo ella, con un bebé en sus brazos y una sonrisa perfecta gritando desde la esquina: ¡Vamos a casa, mi amor! «.
